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Tuesday, March 30, 2010

Ausencia de cultura y otros menesteres

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Hace no más de dos semanas me encontraba leyendo Generation J, un libro corto de Lisa Schiffman que estudia lo que significa ser judío/a en tiempos post-holocausto. Schiffman estudia todas las cosas que la asocian con el nombre: su apellido, religión, costumbres, creencias, e historia. No les voy a arruinar el libro porque ni si quiera yo lo he terminado de leer, pero la línea de conclusión es que aparte de una historia de hace ya varias generaciones, cientos de años, y un apellido, no hay nada que la asocie con la palabra "judaísmo".

¿Cuál es el punto?

Que yo me siento igual.

Que ninguna comida me hace más feliz que un par de pupusitas de Olocuilta, que cuando esté viejita quiero ir a pasar mis últimos días a Santa Ana, que canto el himno nacional a todo pulmón cuando es necesario, y que lo canto con todo y las otras estrofas que no todo el mundo conoce, que detesto TCS pero me eché todo Bailando por un Sueño.
Pero a fin de cuentas, ¿qué es lo que me hace ser tan, igual, o más salvadoreña que los otros cinco millones coma algo de habitantes (con aproximadamente un millón en el extranjero)?

La respuesta es triste, pero también es lógica.

Leí el catecismo y leí el Popol Vuh, y ninguno me convenció (La Biblia FTW). Respeto los ideales por los que se peleó la guerra civil y a los mártires que murieron luchándola, pero aun así quiero que terminen las repercusiones de ese episodio. Detesto que se metan en mis asuntos, pero jamás he matado a una persona. Aprecio el trabajo duro y la taza de café para reactivar mmis sentidos a eso de las ocho y media, pero quizá no tenga lo necesario para ser guanaca (una nota: el uso de esta palabra no me ofende en lo absoluto, y me parece genial). Según el censo del 2008, tampoco soy Pipil.

Soy salvadoreña por un sello en mi pasaporte, en mi partida de nacimiento, y en mi DUI.
¿Esto me hace feliz? Pues no me mata de regocijo, pero en peores situaciones me he encontrado. Total, cuando me vaya a dormir en un par de horas, no voy a ser ni mitad pipil mitad lenca mitad criolla, ni guanaca exhaustiva, ni guerrillera. Voy a ser otra Karla de tantas, con otro DUI de tantos, pero que al menos sabe que es salvadoreña porque ni modo - pero le encanta.

1 comments:

Luli March 30, 2010 at 9:25 PM

Pues, yo me encuentro bastante perdida también...Crecí en una mezcla rara de dos culturas. Mis papás me criaron con costumbres Argentinas, pero mi niñez fue comprar soda en bolsa de la tiendita, jugar mica en la colonia, reventar piñatas y lanzarme al piso para agarrar puños sorpresa. Cuando voy a Argentina me pierdo entre tantos regionalismos desconocidos, me asusta la actitud tan 'en tu cara' de los argentinos y la gente SIEMPRE me dice que tengo un acento raro. 'Nacionalidad' es sólo una palabra que no alcanza para describir los patrones culturales complejos que rigen a los seres humanos. Y con el mundo tan globalizado de hoy, eso aplica para todos, no sólo una chera disque argentina que le llama hogar a El Salvador.

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